Una historia compartida con… Serafín y David
Serafín Aguilera entró a formar parte de CablesCom en 1983. Para él, tanto su vida personal como profesional han estado muy relacionadas con la empresa, por lo que asegura que se convirtió en su segunda casa.
Esta entrevista es especial, ya que tuvimos el placer de aunar dos generaciones. David y Serafín, dos trabajadores ejemplares y padre e hijo. Y, para ellos, sin duda, CablesCom tiene un significado todavía más particular.
Durante 27 años, Serafín ocupó el puesto de oficial de mantenimiento en la sección de calderería. Mientras se emociona al recorrer su antigua zona de trabajo, nos trasmite su pasión por lo que hacía. “Me encantaba venir a trabajar y siempre lo hacía con la misma ilusión que el primer día. Para mí, CablesCom es una de las mejores empresas de Zaragoza”, asegura.
Tanto fue así, que hace 20 años no dudó en recomendar a su hijo que se incorporase a la compañía. Serafín habla con orgullo de David y de su trayectoria. Cuando le preguntamos qué es lo que recuerda con más cariño no duda en responder: “La satisfacción de haber trabajado en una empresa que me ha cuidado. Dejo aquí muchos buenos recuerdos y grandes amistades que aún conservo”.
De esta forma, sigue conectado a la compañía y, con motivo de su aniversario, tiene un deseo claro: «Que CablesCom duré otros 50 años y que mi hijo se pueda jubilar aquí».
Por su parte, David destaca el gran apoyo con el que ha contado desde el primer día. Así, recuerda con cariño que para los compañeros de su padre siempre era el “hijo de Serafín”. Orgulloso, nos cuenta el gran aprendizaje que le ha aportado su padre, ya que en todo momento he tenido su ayuda y consejo. Además, subraya su disponibilidad y predisposición, valores que intenta seguir.
David y Serafín son un ejemplo de una vida en CablesCom y reflejan una de las claves que define a la empresa: la atención y el cuidado hacia los trabajadores.
Agradecemos mucho su tiempo y esfuerzo para hacer posible esta entrevista, así como la labor e implicación de ambos.
